¿Qué significa estar seguro de mi salvación?” Esa es una pregunta que me hacen a menudo. La gente quiere tener la seguridad de ser salva, pero a menudo está confundida. ¿Qué significa seguridad? ¿Cómo puedes tenerla? ¿En qué se basa? ¿Hay alguna diferencia entre la seguridad falsa y genuina? Y si es así, ¿entonces qué?
Estas son preguntas importantes que requieren pensar con claridad. Encuentro útil pensar en la seguridad en términos de un simple silogismo.
La seguridad es una creencia
Para empezar, la seguridad de la salvación no es un sentimiento, una emoción o una experiencia, sino una creencia. Específicamente, es la creencia de que “Tengo vida eterna”.
Si estás convencido de que tienes vida eterna, entonces también estás seguro de que la tienes. Eso es lo que es. Eso es todo lo que es.
Simple, ¿verdad?
Por supuesto, no necesitas creer esas palabras exactas para tener seguridad. En vez de eso, podrías creer, “Iré al cielo cuando muera”, o “Estaré siempre con Dios”, o “Estoy salvado” o algo equivalente. Si creyeras en alguna de esas proposiciones, estarías seguro de tu salvación.
La gran pregunta es, ¿cómo llegas a la conclusión de que tienes vida eterna? ¿En qué se basa?
Ahí es donde entra el silogismo.
Una simple deducción
¿Recuerdas cuando estudiaste lógica básica en el instituto? Quizás lo primero que aprendiste fue el silogismo deductivo. Aquí tienes un ejemplo clásico:
Todos los hombres son mortales.
Sócrates es un hombre.
Por lo tanto, Sócrates es mortal.
Tomas una premisa (por ejemplo, “Todos los hombres son mortales”), añades una segunda (por ejemplo, “Sócrates es un hombre”), y luego obtienes la conclusión necesaria (por ejemplo, “Sócrates es mortal”). Es la forma más simple de pensamiento lógico que usamos todos los días, muchas veces sin darnos cuenta.
Puedes pensar en la seguridad como un silogismo deductivo donde la conclusión es, “Por lo tanto, tengo vida eterna”. Pero, ¿cuáles son las premisas en las que se basa esa conclusión?
El silogismo práctico
Cuando se trata de la seguridad de la salvación, tanto los teólogos calvinistas como los arminianos enseñan el llamado silogismo práctico. Su silogismo es “práctico” porque basa la seguridad en tu comportamiento práctico.
Así es como funciona.
La primera premisa del silogismo práctico es un estándar de comportamiento que se espera que la gente regenerada cumpla.
La segunda premisa viene de observar tu comportamiento para ver si has cumplido con el estándar.
Luego se obtiene la conclusión apropiada basada en esas premisas. Por lo general, buscan un comportamiento negativo. Por ejemplo,
Los regenerados no cometen adulterio.
Yo cometo adulterio.
Por lo tanto, no estoy regenerado.
El problema con este planteamiento es que normalmente hay muchos estándares diferentes que indican regeneración, e incluso si vives de acuerdo con uno, es probable que falles en otro. Puede que no cometas adulterio, pero, ¿te enfadas, tienes celos, dudas, envidias o codicias?
¿Cómo sabes si realmente eres regenerado con resultados tan dispares?
No lo sabes.
Y lo que es peor, incluso si cumples con un estándar ahora, no hay garantía de que lo hagas en el futuro. No sabes lo que te depara el futuro. Podrías terminar cometiendo adulterio, en cuyo caso probaría que no estabas regenerado desde el primer momento.
En otras palabras, el silogismo práctico nunca es motivo suficiente para tener seguridad de tu salvación. Y si sirve de algo, es motivo para dudar de tu salvación.
El silogismo de la seguridad
En contraste, considera ahora lo que yo llamo el silogismo de la seguridad. Se basa en la fe en la promesa de Jesús, no en la observación de nuestros estándares de comportamiento. Podemos verlo en la práctica en los versículos de Juan 11:25-27, donde Jesús le habló a Marta sobre el mensaje de la vida.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
De principio a fin en el Evangelio de Juan, Jesús tenía varias formas de presentar la promesa de la vida. En este caso, le dijo a Marta que quien cree en Él “no morirá eternamente”.
Por supuesto, si no puedes morir nunca implica que tienes vida eterna, que es el término que Jesús usa más a menudo (cf. Juan 3:16, 36; 5:24; 6:35).
Tomemos esa promesa como la primera premisa en nuestro silogismo.
Entonces, ¿cuál es la segunda premisa?
La segunda premisa
Jesús le hizo a Marta una simple pregunta: “¿Crees esto?” Esta es la pregunta que todos deben responder cuando se les presenta el mensaje de vida de Jesús. ¿Lo crees?
Marta podría haber dado tres respuestas diferentes: “No creo”, o “No sé si creo”, o “Sí creo”. Cada respuesta puede ser tomada como la segunda premisa en nuestro silogismo. Y cada una lleva a una conclusión diferente.
Consideremos las respuestas una a una:
Tres posibilidades
Imaginemos que Marta respondió: “No creo”. ¿A qué conclusión llegaría ella?
El que cree en Jesús tiene vida eterna.
Yo no creo.
Por lo tanto, no tengo vida eterna.
Si Marta concluyera: “No tengo vida eterna”, obviamente no tendría la seguridad de la salvación. Al menos, no basándose en la promesa de Jesús. Ella podría basar su seguridad en otras premisas (una posibilidad que discutiré más adelante), pero no en la promesa de vida de Jesús.
Muchas personas tienen ese mismo problema hoy en día. Carecen de seguridad porque, aunque pueden creer en diferentes hechos sobre Jesús, no creen en Su promesa de vida.
Por supuesto, Marta podría haber respondido: “No sé si creo”. Eso la habría llevado a esta conclusión:
El que cree en Jesús tiene vida eterna.
No sé si creo.
Por lo tanto, no sé si tengo vida eterna.
Por supuesto, si no sabes que tienes vida eterna, entonces te falta seguridad.
(Y fíjate que si no crees o dudas de la promesa de Jesús el resultado es el mismo – no tienes seguridad).
¿Pero en realidad qué respondió Marta? “Sí, Señor, creo”. ¡Ella creyó lo que dijo! Ella tenía fe en Él. Creía que Jesús era el Mesías que le garantizaba la vida eterna simplemente creyendo en Él para ello. Tan pronto como Marta dio esa respuesta, pudo concluir:
El que cree en Jesús tiene vida eterna.
Yo creo.
Por lo tanto, tengo vida eterna.
Creyendo que al creer en Jesús ella nunca moriría, Marta obtenía la seguridad de que era salva. Ella tenía la seguridad de que nunca moriría.
En pocas palabras, ese es el silogismo de la seguridad.
A diferencia del silogismo práctico, se basa en la fe en la promesa de Jesús, no en nuestras obras.
Si crees en la promesa de Jesús, deberías llegar a la misma conclusión, y estar seguro de tu salvación.
La esencia de la fe salvadora
Si no estás seguro de tu salvación, pero afirmas creer en la promesa de Jesús, tal vez no entiendas realmente lo que dijo Jesús.
El Señor prometió que la vida eterna es la posesión presente de los creyentes. “El que cree tiene vida eterna”, dijo el Señor (Juan 6:47, énfasis añadido): “Tiene”. Eso es tiempo presente.
Así que, si te consideras un creyente, y sabes que Jesús da la vida eterna como una posesión presente a los creyentes, ¿qué es lo que tienes?
Si crees en la promesa de Jesús, sabes que tienes la vida eterna ahora mismo, como una posesión presente, porque para eso estás creyendo en Él.
En otras palabras, no puedes creer en la promesa de Jesús sin estar seguro de tu salvación.
La seguridad es la esencia de la fe salvadora.
Por ejemplo, imagina si te prometiera, “Acabo de poner 100 dólares en tu bolsillo”. Entonces, ¿estás seguro de que tienes 100 dólares en tu bolsillo? Bueno, depende de si me crees o no. Si me crees, estarás seguro. Si no me crees, no lo estarás.
La seguridad de la salvación funciona de la misma manera. Si crees en Jesús, estarás seguro. Si no crees, no lo estarás.
Así que, si Jesús hubiera prometido que los creyentes solo podrían tener la posibilidad de ganar la vida eterna en algún momento en el futuro, entonces la falta de seguridad sería parte de su promesa. Podrías tener esperanza de ser salvo, pero no podrías estar seguro de ello. Dada esa clase de promesa, la seguridad no sería la esencia de la fe salvadora.
Pero el hecho es que la seguridad está construida en la promesa de Jesús. El Señor dijo que los creyentes tienen vida eterna (Juan 3:16, 36; 5:24). Si te consideras un creyente que tiene fe en esa promesa, entonces debes creer que tienes la vida eterna como una posesión presente. Y si crees eso, tienes la seguridad.
Falsa seguridad
Por supuesto, no todos los que creen que “tengo vida eterna” la tienen realmente. Existe la falsa seguridad. Hay muchas personas -millones y miles de millones- que creen que van a pasar la eternidad con Dios, pero que no han nacido de nuevo.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre la verdadera seguridad y la falsa seguridad?
Una vez más, si piensas en términos de un simple silogismo, la diferencia es obvia. Mientras que la seguridad genuina se basa en creer una premisa verdadera (es decir, la promesa de Jesús de la vida eterna), la falsa seguridad se basa en creer una premisa falsa. A continuación, te presento algunos ejemplos para ilustrar lo que quiero decir.
Primero, la falsa seguridad puede venir de creer en un dios falso. Así que, por ejemplo, un musulmán podría razonar así:
Alá salvará a los que mueran en la yihad.
Yo moriré en la yihad.
Por lo tanto, seré salvado.
Un musulmán que cree eso puede tener la seguridad de la salvación, pero sería una falsa seguridad porque Alá no existe y nadie se salvará asesinando gente.
En segundo lugar, la falsa seguridad puede venir de creer en un falso evangelio. Por ejemplo:
Dios salvará a todo aquel que sea bautizado de niño.
Yo fui bautizado de niño.
Por lo tanto, seré salvado.
La gente que cree en la salvación por obras a menudo tiene la seguridad de la salvación, pero es una falsa seguridad porque nadie se salva por obras (Rom 3:20; Gal 2:16).
En tercer lugar, la falsa seguridad puede basarse en experiencias místicas. Por ejemplo:
Quien ha sentido un ardor en el pecho se salva.
Yo sentí un ardor en mi pecho.
Por lo tanto, estoy salvado.
Si la seguridad de alguien se basa en una experiencia mística, sería una falsa seguridad, porque la Biblia no basa la seguridad en experiencias y emociones fugaces.
Para que una conclusión sea verdadera, las premisas deben ser verdaderas. En el caso de la seguridad, la única base genuina para concluir que tienes vida eterna, es creer en la promesa de Jesús.
Conclusión
¿Qué significa estar seguro de tu salvación? Simplemente significa creer: “Tengo vida eterna”. Si crees eso, entonces tienes la seguridad. Y si lo crees basándote en la promesa de Jesús de vida eterna, tu seguridad es genuina.
Si dudas de tu salvación, es probablemente porque no entiendes la promesa de Jesús o no la crees. En ese caso, te sugiero que leas la promesa de vida y pienses en ella como un simple silogismo.
Jesús prometió la vida eterna como una posesión presente para los creyentes. Si crees eso, entonces, ¿qué tienes ahora mismo?
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños salvajes. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección/