En uno de los grandes pasajes del Antiguo Testamento relativos a la Resurrección, Job proclama:
Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. (Job 19:25-27)
Estos versículos, entre otros (Daniel 12:1-2; Isaías 26:19; Oseas 13:14; Salmos 16:9-11), se emplean a menudo para demostrar que los santos del Antiguo Testamento no solo creían en la venida del Mesías, sino que creían que a través de Él vivirían para siempre. Job comprendió que su Redentor estaba por llegar y que un día, en su carne, lo vería.
Para el número de primavera de 2003 de JOTGES, Bob Bryant escribió un artículo (ver aquí) titulado “How Were People Saved Before Jesus Came? [¿Cómo era salva la gente antes de la venida de Jesús?]”. En el artículo, Bryant comenta estos versículos:
Dos mil años antes de que Jesús viniera, Job sabía que su Redentor vendría a esta tierra para pagar el precio de sus pecados. Job tenía la certeza de que, gracias a su Redentor, viviría con Dios después de su muerte (p 64).
Este es un hermoso pasaje que habla del mensaje coherente —que se encuentra tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento— de la vida eterna en Cristo. Sin embargo, hay algo más en estos versículos que una simple aplicación salvífica.
En el capítulo 18, Job sufre otro ataque de uno de sus amigos, esta vez Bildad (18:1ss). En el capítulo 19, Job habla de las diez veces que Bildad le reprochó, atormentando su alma y abusando espiritualmente de él con ataques injustos (vv 2-3). Job afirma que está alejado de sus conocidos, que sus parientes lo han abandonado y que sus amigos íntimos lo han olvidado (vv 13-14). Incluso sus criados lo tratan como a un paria. Está en la lista negra de todos los que le rodean a causa del sufrimiento que padece. Incluso su mujer y sus hijos lo consideran repulsivo (vv 17-18). Así pues, Job no solo ha sufrido la pérdida de sus tierras, su riqueza, sus hijos y su salud; su reputación también se vio seriamente comprometida debido al estigma relacionado con el sufrimiento. Su sufrimiento físico es un elemento clave en el contexto. En el v. 20, dice que sus huesos se pegan a su piel. Job se encuentra en la más absoluta ruina y miseria.
Los versículos 25-27 muestran que Job comprende claramente que vivirá para siempre. Pero me gustaría sugerir que espera algo más que estar en la eternidad. También sabe que su Redentor algún día redimirá su cuerpo físico y vindicará su vida. En resumen, en este momento de desesperación, Job no espera específicamente la vida eterna. Más bien, se aferra a la esperanza de una vindicación venidera.
La palabra Redentor es la palabra hebrea gō’ali. Significa “redentor, vengador o reclamar como propio”. La Biblia de Estudio Nelson hace este interesante comentario:
Job expresa su confianza en su Redentor viviente, que en este contexto legal puede traducirse “Vindicador” o “Protector de los derechos familiares (véase Salmo 119:154; también Rut 4:1)”.
Estas descripciones de Cristo encajan maravillosamente en el contexto del pasaje. Mientras Job piensa en todos los que lo han abandonado, mira a Aquel que viene y que es su Vengador, Vindicador y Protector. Esto va más allá del hecho que el Señor sea el Dador de la vida eterna: ¡también es nuestro Redentor!
En Salmo 72:12-14, vemos un concepto similar. Salomón habla del reino venidero del Señor, y describe la futura redención de los que sufren, diciendo:
Porque él librará al menesteroso que clamare,
Y al afligido que no tuviere quien le socorra.
Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso,
Y salvará la vida de los pobres.
De engaño y de violencia redimirá sus almas,
Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos (énfasis añadido).
En este pasaje hay que destacar dos elementos. Primero, la salvación de los necesitados (v 13) no se refiere a la salvación eterna del lago de fuego. Más bien, habla de su próxima liberación del sufrimiento. En segundo lugar, salvar la vidai se define como la redención de su vida. El salmista lo explica en el v. 14, describiendo la liberación de la opresión y la violencia. El Señor ofrece la vida eterna a través de la fe en Él. Sin embargo, también hay una redención venidera para los pobres y los que sufren. A pesar de la forma en que el mundo trata a los necesitados, los creyentes que sufren son preciosos para el Señor (v. 14), y Él los bendecirá en Su reino (Mateo 5:3-12). Él los vengará y vindicará sus vidas.
Con esta idea de la redención en mente, las palabras de Job tienen mucho más significado que el simple hecho de saber que era salvo y que estaría en el reino venidero. Por el contrario, Job habla de un día futuro en el que su vida será redimida del sufrimiento y la opresión. También hay que señalar que aquí se hace hincapié en una liberación futura. La vida eterna es una posesión presente para el creyente (Juan 5:24). Job ya tenía esta vida debido únicamente a su fe en el Mesías venidero. Sin embargo, en el capítulo 19 Job espera una futura redención de su cuerpo y la vindicación de su vida ante Dios y los hombres. Job miró a su Redentor para la liberación completa de su reputación y de su cuerpo. Incluso una vida marcada por el sufrimiento y el ridículo resucitaría para la gloria. Era esta redención completa lo que su corazón anhelaba y lo que esperaba con esperanza.
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i. N. del T.: En algunas versiones se traduce como “Y salvará las almas”.