¿Has visto alguna vez la obra Romeo y Julieta? Hacia el final de la actuación, Julieta toma una droga que induce un sueño temporal y la hace parecer muerta para evitar casarse con un hombre que ella no ama. Para agregar al drama, su cuerpo se coloca en una tumba. Tal y como parece, Julieta ha muerto. Pero los espectadores saben mejor.
Romeo no lo sabe.
Cuando Romeo encuentra el cuerpo aparentemente sin vida de Julieta en la tumba, cree que ella ha muerto. Y habiendo perdido su único amor verdadero y su razón de vivir, toma veneno y se suicida. Y durante generaciones, las audiencias han gritado en silencio: “¡No lo hagas! ¡Ella no está realmente muerta!” ¡Si solo Romeo supiera lo que sabían los espectadores!
Ese efecto se produce usando una técnica literaria llamada ironía dramática. Cuando se emplea esa técnica, los lectores saben algo que los personajes de la historia no saben, lo cual cambia la forma en que reaccionan a la historia. Romeo y Julieta es aún más trágica, debido al uso de la ironía dramática.
El libro de Job también utiliza la ironía dramática con gran efecto.
El libro comienza dándote a ti, el lector, cierta información privilegiada, que Job mismo no conoce. En el prólogo, el autor te dice lo que realmente está sucediendo entre bastidores del terrible sufrimiento de Job. Es decir, que Job es un hombre justo (Job 1:1) y que Dios le ha permitido a Satanás probarlo para averiguar si él realmente teme a Dios “por nada” (Job 1:9).
Fundamentalmente, se te dice que Job indudablemente no está siendo castigado o disciplinado por el pecado. Job es inocente.
Sin embargo, Job y sus amigos no saben eso. Es ahí donde entra la ironía dramática.
La mayor parte del libro de Job se compone de discursos dados por Job y sus amigos. En estos discursos, los amigos explican con seguridad la razón por la que piensan que Job está sufriendo. Su respuesta es que Job debe de ser un pecador que está siendo castigado por sus pecados. Según ellos, la solución es que Job debe arrepentirse para que Dios restaure su prosperidad.
Ciertamente, si hubieras estado allí, sentado junto al montón de cenizas de Job, escuchando los piadosos discursos de sus amigos, probablemente habrías pensado que eran sabios y que obviamente tenían un conocimiento profundo de los caminos de Dios.
Al contrario, gracias a la vista panorámica dada en el prólogo, percibes los discursos con ironía dramática. A pesar de su seguridad, tú sabes que los amigos realmente no tienen idea de lo que están diciendo. Están acusando injustamente a Job. En lugar de ayudar, empeoran la situación. “¡Él es inocente!” gritas. ¡En realidad, los sabios son tontos!
¿Cuál es la lección?
Una conclusión importante: la razón por la que sabes más que Job y sus amigos es que tienes la Palabra De Dios, y ellos no.
Si todo lo que tienes es la razón, la tradición, la experiencia y la presunción de una revelación personal de espíritus siniestros, estarías tan seguro como Job y sus amigos. Podrías estar seguro de algo, pero al mismo tiempo estar totalmente equivocado y no saberlo.
En cambio, tienes la ventaja de las Escrituras—incluido el libro de Job.
Por supuesto la Biblia probablemente no te proporcionará respuestas específicas para tu situación particular, ni te impedirá pasar por el sufrimiento. Pero te dará una mejor idea de lo que Dios está o no está haciendo en el mundo.
Job llamó a sus amigos, “consoladores molestos,” por darle consejos terribles (Job 16:2).
Evita a los consoladores molestos, buscando consuelo en la Palabra.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].