Una de las ideas recurrentes en el Evangelio de Juan trata de que Jesús no puede hacer nada por su propia cuenta:
“No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30).
Las obras que Jesús hizo fueron las que Él vio hacer al Padre:
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19).
Y la fuente de Su poder fue el Padre haciendo las obras a través de Él:
“¿No crees que soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:10).
Incluso las doctrinas que enseñó, y las mismas palabras que habló, vinieron del Padre:
“Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Juan 7:16).
“Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo” (Juan 8:28).
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar” (Juan 12:49).
En otras palabras, vivió una vida totalmente dedicada a cumplir la voluntad de Dios:
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).
¡Esa es la humanidad perfecta y verdadera normalidad!
Ahora, aquí está lo asombroso—parece que Jesús vivió de esta manera como un ejemplo para nosotros, para mostrarnos cómo deben vivir todos los creyentes. Eso es lo que les dijo a los discípulos en el aposento alto.
Jesús les enseñó que harían obras aun más grandes:
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).
¿Cómo? No a través de su propio poder. Harían esas obras porque el Espíritu moraría en ellos:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16-17).
Así como las palabras de Jesús vinieron del Padre, también vendrían las del Espíritu Santo. Y luego el Espíritu Santo les diría a los discípulos qué tendrían que decir:
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13).
¿No es asombroso? Los discípulos podrían vivir tal como vivió Jesús.
Si Jesús está en el Padre, y tu estás en Jesús, y el Espíritu también está en ti, (cf. Juan 14:16), ¡eso significa que la Deidad también mora en ti! Y si Dios mora en ti, entonces Él puede y debe ser la fuente de tu vida, así como era la fuente de la vida terrenal de Jesús.
Alguien dijo alguna vez, “No es difícil vivir la vida cristiana; ¡es una pura imposibilidad! Pero con Dios, y en Dios, y por medio de Dios, todo es posible.
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Santo Shawn Lazar es el Editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].