Este es un capítulo del libro Chosen to serve: why divine election is to service, not to eternla life[i] [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la vida eterna]
¿Recuerdas cuando era el momento de hacer presentaciones orales en clase?
Siempre me ponía de los nervios.
Cuando la profesora tomaba la lista de nombres y empezaba a elegir al azar quién sería el siguiente, yo intentaba hacer todo lo posible para pasar desapercibido, pero nunca supe como no llamar la atención. ¿Debería mirar hacia el techo o hacia el suelo? ¿Debería parecer atareado revisando mis notas o mirar a la profesora en los ojos de forma calmada?
De cualquier manera, era angustioso.
Me pregunto cómo se sintieron los discípulos al ser escogidos por Jesús.
¿Estaban nerviosos?
¿Estaban entusiasmados?
¿Fue impresionante, asombroso o una lección de humildad el hecho de que el Hijo de Dios viniera a ti, te mirara a los ojos, te señalara con el dedo y te dijera: “Sígueme”?
El Evangelio de Juan registra cuatro ejemplos de cómo Jesús habló sobre la elección de personas (Juan 6:70; 13:18; 15:16, 19). Ninguno de ellos se refiere a ser elegido individualmente para la vida o la muerte eterna. Cada ejemplo muestra cómo Jesús eligió a alguien, normalmente un apóstol, para el servicio.
¿No os he elegido a vosotros?
En Juan 6, Jesús declaró que había elegido a los doce apóstoles:
Jesús les respondió: “¿No os he elegido a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” (Juan 6:70).
Era evidente de que no se trataba de una elección individual para la vida eterna porque uno de los Doce -Judas- era un diablo, y ese no es el tipo de lenguaje utilizado para describir a alguien regenerado (cf. Juan 13:10-11, 18). A pesar de esto, Jesús afirma que Judas fue tan elegido como los otros.
Además, el Señor eligió a Judas sabiendo que lo traicionaría. A su manera, Judas fue elegido también para servir. En este caso, para cumplir con la Escritura. Él traicionaría al Señor tal como Ahitofel también había traicionado a David, ahorcándose posteriormente (cf. 2 Sam 16:20-17:3, 23; Sal 41:9).
Escogidos para dar fruto
En el capítulo 15 de Juan se repite la idea de que los apóstoles fueron escogidos por Jesús para una misión.
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” (Juan 15:16, énfasis añadido).
Observa que Jesús compara y contrasta Su elección de los apóstoles con como ellos lo eligieron a Él. Esto es significativo porque sugiere que esas elecciones ocurrieron en el mismo plano y que son el mismo tipo de elección. Tal como explica Lenski,
“La negación, “no me elegisteis vosotros a mí”, es una prueba de que la afirmación “sí os elegí Yo a vosotros” no puede referirse a la predestinación, sino que debe referirse a la elección de los discípulos como los amigos que Jesús eligió para sí mismo (voz media usada en griego) para el apostolado.”[ii]
Obviamente los apóstoles, incluido Judas, no eligieron a Jesús para la vida eterna porque el Señor no lo necesita: Él es la vida, la fuente misma de la vida eterna (Juan 1:4; 11:25; 14:6). Más bien los apóstoles aceptaron la invitación de seguir a Jesús en su misión mesiánica.
Entonces, ¿para qué eligió Jesús a los apóstoles? No para la vida eterna, sino para completar una misión a su servicio.[iii] Como dice Jesús, fueron escogidos para “dar fruto” para Él en la predicación del evangelio del reino.
Escogidos de entre el mundo
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19, énfasis añadido).
¿Cuándo fueron elegidos los apóstoles “del mundo”? No sucedió en la mente predestinadora de Dios en cierto momento antes de la existencia del espacio y del tiempo. Más bien, fue una elección ya en este mundo, en el tiempo, no en la eternidad pasada. Como Lenski argumenta, “El contexto impide que pensemos en un acto que tiene lugar en la eternidad. Esta elección ocurrió cuando los discípulos fueron atraídos hacia Jesús”.[iv] Cuando fueron atraídos por el Señor, dejaron atrás sus vocaciones mundanas para perseguir una misión evangélica.[v]
Como comentan Moulton y Milligan, esta elección no tuvo
“nada que ver con la predestinación eterna, sino sólo con escogerlos de entre el mundo una vez estaban allí. Él los “designó” y les adjudicó la posición que debían ocupar en su puesto del deber…Esto no puede ser otra cosa que tomar Su lugar en el mundo para producir fruto para la gloria del Padre, y para volver con ese fruto a la casa de su Padre” (énfasis añadido).[vi]
Fueron apóstoles escogidos para servir, para dar fruto espiritual[vii] y para compartir la promesa del Evangelio como embajadores de Cristo (cf. 2 Cor 5:20). Y Jesús les advirtió que el mundo los odiaría por ello. Ellos representarían a Cristo y serían rechazados por ello, porque gran parte del mundo odia la luz y ama las tinieblas. Así que los apóstoles tenían que estar preparados para sufrir por su servicio.
Jesús atrae a todos
Además de los versículos anteriores, el capítulo de 6 de Juan contiene algunas palabras de Jesús que han sido interpretadas de cierta manera para poder enseñar la elección individual para la vida eterna.
Si recuerdan, una gran multitud había seguido a Jesús, y Él milagrosamente los alimentó con el modesto almuerzo de un niño. Después de esa señal, continuaron siguiéndolo, aunque, quizás, no por la razón correcta:
Jesús les respondió y dijo: “En verdad, en verdad os digo que me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado” (Juan 6:26).
Ante los miles de personas que lo buscaban, Jesús dijo:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:44).
El problema de interpretar este versículo como una enseñanza de que Dios sólo elige a algunos individuos para la vida eterna, es que el Evangelio de Juan deja muy claro que Dios está atrayendo a todos los hombres hacia Jesús.
Jesús es la “Luz de los hombres” que “alumbra a todo hombre” para que “todos creyesen por él” porque Dios ama “al mundo” (Juan 1:4, 7, 9; 3:16). Jesús tiene muy claro que todos los hombres están siendo atraídos:
“Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32, énfasis añadido).
Así que, si bien es cierto que “Ninguno puede venir” a Jesús sin que el Padre lo atraiga, también es cierto que “todos los hombres” son atraídos. No hay excepciones. En otras palabras, Jesús está enseñando que Dios es el que siempre toma la iniciativa en la salvación. Podrías haber pensado que Dios estaba esperando silenciosamente que lo encontraras por ti mismo, pero la verdad es que Dios te estaba atrayendo mucho antes de que se te ocurriera empezar a buscar.
Sin embargo, esa atracción es resistible. El hecho de que todo el mundo esté atraído no garantiza que todos creerán realmente en Jesús para la vida eterna. Jesús nos dice en términos inequívocos que algunas personas no creen, no porque Dios no las haya atraído, sino porque no quieren venir a Él.
“y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).
George Bryson argumenta:
“Nuestro Señor aquí nos explica específicamente el porqué estos hombres no tenían la Palabra del Padre morando en ellos. No fue porque no fueran electos o llamados de forma irresistible o eficaz. Tampoco fue porque no hubieran sido sometidos a una gracia irresistible. Fue porque de forma inexcusable no creían en el Hijo de Dios. Aquí nuestro Señor nos señala el porqué no podían tener la vida eterna. No fue por ninguna de las razones que el calvinismo sugiere. Más bien, fue porque no estaban dispuestos a venir al Hijo de Dios con fe.[viii]
En resumen, el versículo de Juan 6:44 no enseña la elección individual para la vida eterna. Más bien, Jesús está enseñando que antes de que tuvieras fe en Jesús, Dios ya estaba atrayendo hacia su Hijo a ti y a todos los hombres. Pero esa atracción es resistible. Aquellos que finalmente no llegan a tener fe en Jesús no pueden culpar a nadie sino a sí mismos.
Todo lo que el Padre da
Si la atracción de Cristo es resistible, ¿por qué, entonces, Jesús también dice en el capítulo 6 de Juan, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”? En ese caso, el hecho de dar parece irresistible e incondicional y de hecho lo es. Pero no se trata de la elección individual para la vida eterna. Para entender el porqué, tenemos que considerar todo el pasaje.
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:37-40, énfasis añadido).
Fíjate que he subrayado los pronombres. En su artículo, “¿Es Juan 6:37-40 ‘Francamente Predestinario’? “[ix] Randy White señala que hay una diferencia gramatical entre el pronombre neutro (ho) y el pronombre masculino. John usa el pronombre neutro correcta y consistentemente para referirse a las cosas, y el pronombre masculino para referirse a las personas. Por lo tanto, White cree que el cambio de género, de neutro a masculino, es deliberado y esencial para entender correctamente el pasaje.
Entonces, ¿a qué se refieren los respectivos pronombres? White argumenta que “todo lo que el Padre me da” se refiere a la nación de Israel, mientras que “y al que a mí viene” se refiere a los creyentes individuales.
¿Recuerdas el patrón individual/corporativo en la elección que exploramos en el capítulo 3? Vimos que Dios puede elegir incondicionalmente un cuerpo corporativo, pero la participación de un individuo en ese cuerpo puede ser condicional. Esta misma idea surge en este pasaje. Como dice White,
“Jesus está enseñando tanto la herencia nacional que Él tiene en Israel como el individuo en la multitud que no Lo rechaza, sino que viene a la fe en ese momento y lugar.”[x]
White señala que según la Biblia la herencia que Dios le da al Mesías es la nación de Israel (Dt 7:6, 14:2, 26:19; Éxodo 19:5-6; Sal 50:5; Jer 2:3; Amós 3:2; Mal 3:17). El pronombre neutro se refiere a Israel como un cuerpo corporativo que Jesús recibirá incondicionalmente como su herencia.
Sin embargo, la participación individual en Israel depende de la fe de la persona. El pronombre masculino usado se refiere a esos creyentes.
Cuando Jesús dijo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”, se refería a Israel y afirmando que recibirá a Israel como su herencia incondicional como Mesías.
Cuando Jesús continuó diciendo, “y al que a mí viene, no le echo fuera”, estaba hablando de los individuos que vienen a creer en él. Si lo hicieran, nacerían de nuevo y estarían eternamente seguros desde el momento de la fe. White lo resume así:
Aunque la nación (la herencia de Dios) rechazara a Jesús, esa nación no se perdería. Más bien, Cristo “la levantaría en el último día”. Como dice Pablo, al final “todo Israel se salvará” (Rom 11:26). ¿Pero qué pasa con el individuo que cree durante los días de Cristo? ¿Sufrirá este individuo el mismo destino que el de la nación? Jesús le asegura que el que ve a Jesús y cree, “no le echo fuera”.[xi]
Conclusión
Cuando Jesús habló de elegir a las personas en el Evangelio de Juan, fue en referencia a una misión evangélica y una vocación para servir.
Incluso Judas fue elegido para servir, aunque sólo fuera en el sentido de que su traición fue usada por Dios para llevar a Jesús a la cruz.
El Evangelio de Juan nunca habla de individuos escogidos desde una eternidad pasada para la vida o la muerte eterna. Forster y Marston lo resumen así:
“Demasiado a menudo la “elección” ha sido vista como un irresistible boleto a la bendición en vez de la concesión de un cargo. Así, por ejemplo, las palabras “No me has elegido a mí, sino que yo te he elegido a ti” se han convertido en la afirmación de que Dios elige a quien debe ser salvado. Esto es injustificable, ya que todo el pasaje está dirigido específicamente a los apóstoles. La elección que Jesús menciona está vinculada específicamente a su “nombramiento”. Es decir, al cargo apostólico.[xii]
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Shawn Lazar es el Director de Publicaciones de la Grace Evangelical Society (Sociedad Evangélica de la Gracia ). Busca su nuevo libro, Chosen to Serve: Why the Divine Election is to Service, not to Eternal Life, [Elegido para servir: Por qué la elección es a el Servicio, no a la vida eterna].
[i] Lazar, Shawn (2017), Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la vida eterna], Grace Evangelical Society.
[ii] R. C. H. Lenski (1963), The Interpretation of St. John’s Gospel [La interpretación del Evangelio de San Juan], (St Louis, MO: Augsburg, 1963), 1051.
[iii] Edwin A. Blum (1983), “John,” The Bible Knowledge Commentary: New Testament [El comentario del conocimiento bíblico: Nuevo Testamento], eds. John F. Walvoord and Roy B. Zuck, (Colorado Springs, CO: Chariot Victor, 1983), 326.
[iv] Lenski, John [Juan], 1055-56.
[v] John F. Hart, “John,” The Moody Bible Commentary [El comentario bíblico Moody], eds. by Michael Rydelnik and Michael Vanlaningham, (Chicago, IL: Moody, 2014), 1651.
[vi] Citado en Samuel Fisk, Election and Predestination: Keys to a Clearer Understanding [Elección y predestianción: claves para un entendimiento claro], (Bicester: Penfold Book and Bible House, 1997), 105.
[vii] John F. Parkinson (2007), The Faith of God’s Elect: A Comparison Between the Election of Scripture and the Election of Theology [La fe de los escogidos por Dios: una comparación entre de elección en la Escritura y la elección de en la Teología], Glasgow: Gospel Tract Publishers, 2007), 77.
[viii] George Bryson, The Dark Side of Calvinism [El lado oscuro del Calvinismo](Santa Ana, CA: Calvary Chapel Publishing, 2004), 202-203.
[ix] Consulta https://randywhiteministries.org/articles/john-637-40-frankly-predestinarian/. Evaluado el 28.07. 2017.
[x] Ibid
[xi] Ibid
[xii] Roger T. Forster and V. Paul Marston, God’s Strategy in Human History [La estretegia de Dios en la historia humana](Wheaton, IL: Tyndale House Publishers, Inc., 1974), 119-20.