En la parábola del trigo y la cizaña en Mateo 13:24-30, el Señor cuenta la historia de un hombre que va a un campo y siembra buena semilla. Sin embargo, después de sembrar esa semilla, su enemigo viene y siembra mala semilla junto con el trigo. Debido a esto, la mala semilla brota como cizaña, o malas hierbas, junto con la buena cosecha. Los sirvientes del hombre preguntan qué deben hacer en respuesta a este ataque. El maestro les dice que esperen el tiempo de la cosecha. Entonces podrán separar el trigo de la cizaña.
En los versículos 36-43, el Señor explica la parábola a los discípulos en privado. El campo simboliza el mundo (v 38a), la buena semilla simboliza a los hijos del reino (v 38), y las cizañas simbolizan a los hijos del malo (v 38b). En otras palabras, el trigo representa a los creyentes, mientras que las cizañas representan a los incrédulos. El enemigo del hombre representa al diablo, el enemigo de Dios, los segadores representan a los ángeles (v 41, cf. 24:31), y el tiempo de la siega es el fin del mundo.
Puedes consultar este blog en inglés para una discusión sobre la frase “hijos del reino”. Además, puedes escuchar los comentarios de Bob Wilkin sobre la frase “el fin del mundo1” aquí. Sin embargo, en este artículo me gustaría abordar otro elemento de la parábola: El trigo y las cizañas se ven iguales. No soy agricultora, pero por lo que he leído, la cizaña es prácticamente indistinguibles del trigo. Además, sus raíces y las raíces del trigo se entrelazan de tal manera que cualquier intento de eliminarla prematuramente podría dañar la buena cosecha.
Haller comenta:
El punto de la parábola es que ‘el diablo’ intenta oponerse al éxito del reino de Dios mediante la imitación, infiltración y engaño (2 Corintios 11:2-3, 13-15) (The Grace New Testament Commentary [El Comentario del Nuevo Testamento de la Gracia], página 39, énfasis añadido).
Comentaristas reformados, arminianos y de la Gracia Gratuita coinciden en la identidad del trigo y la cizaña. El trigo representa a los creyentes (= los hijos del Reino), mientras que la cizaña representa a los incrédulos (= hijos del malo). Además, hay un acuerdo general en que los dos se ven iguales. Sin embargo, esto plantea un problema para los proponentes reformados y arminianos.
Craig Keener afirma lo siguiente respecto a la parábola:
La parábola también puede reforzar imágenes de conversión, perseverancia y apostasía en la parábola del sembrador (13:3-9, 18-23): especialmente en lugares donde los discípulos pueden mezclarse con el mundo (13:22), uno no puede estar seguro de quién resultará ser elegido de Dios hasta el juicio final (A Commentary on the Gospel of Matthew [Un comentario del evangelio de Mateo], página 385, énfasis añadido).
Keener, un arminiano, afirma que el creyente y el incrédulo pueden verse iguales. Él respalda esto haciendo referencia a la tercera semilla que cae en tierra rocosa en la parábola del sembrador (13:22). Que un creyente puede ser seducido por las riquezas y placeres del mundo y mezclarse con el mundo respalda la noción de la Gracia Gratuita de que los creyentes pueden comportarse e incluso parecerse a los incrédulos.
Sin embargo, Keener también afirma que la naturaleza de una persona será observable en sus obras. En su discusión sobre Mateo 7, justo unos capítulos antes de la Parábola del Trigo y las Cizañas, Keener comenta:
Las palabras de Jesús sobre el fruto se refieren así a obras de arrepentimiento (7:21; 3:8, 10), recordando las enseñanzas éticas de Jesús en 5:21–7:12. Jesús usa una palabra para fruto malo que a menudo significa “podrido”, aunque aquí el significado es “inútil”. Muchos antiguos reconocían que, a pesar de toda pretensión, la naturaleza de una persona malvada estaba destinada a surgir” (Páginas 252-53, énfasis añadido).
Hay una contradicción entre los comentarios de Keener sobre Mateo 7 y el mensaje de la parábola del trigo y las cizañas. Por un lado, los creyentes pueden ser identificados por sus obras, y por otro, los incrédulos y creyentes pueden ser indistinguibles uno del otro en esta vida.
Esto lleva al segundo problema con la posición de Keener. Si una persona examina sus obras siempre cambiantes para la seguridad, entonces “uno no puede estar seguro“, hasta que el Señor regrese, de su salvación eterna. La posición de Keener no ofrece ninguna seguridad de salvación. Por supuesto, esto contradice la enseñanza clara de nuestro Salvador de que quien cree en Él para vida eterna tiene esa vida como una posición presente (Juan 5:24; 6:40, 47) y es completamente seguro respecto a su destino eterno (Juan 10:28-29; 1 Juan 5:13; 2 Timoteo 2:13).
Finalmente, el tercer problema con la interpretación de Keener de la parábola es que perpetúa un desafortunado malentendido respecto al fábula de un único juicio final de toda la humanidad. La Biblia no habla de tal evento. Por el contrario, el Señor dijo que aquel que cree en Él “no será juzgado” (Juan 5:24, NVI).” La parábola del trigo y la cizaña probablemente se refiere a la reunión que ocurrirá en el regreso del Señor después de la Tribulación, y por lo tanto no involucra al santo de la era de la iglesia.
En resumen, Keener y otros que niegan la seguridad de la salvación llegan a esta parábola y se encuentran en confusas malas hierbas teológicas.–
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1 N. del T.: En Reina Valera 1960 se usa la expresión “fin del siglo”. La mayoría de traducciones usan “fin del mundo”.