Los tres amigos de Job tenían una visión muy legalista de Dios y del mundo. Ellos pensaban que todo funcionaba según una ley clara y sencilla de causa y efecto moral—de recompensa y castigo—en la que las buenas personas son bendecidas, y las malas personas sufren. Así que cuando vieron a Job sufrir, la única explicación que podían dar conforme a su teología fue que Job y sus hijos debían de ser malas personas.
Por lo tanto, podrían decir cosas así:
“Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos? Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad Y los que siembran aflicción, eso siegan.” (Job 4:7-8, NBLA).
¿Qué inocente ha perecido?
Pues, ¡Job mismo! (Al menos, estaba a punto de perecer).
Su teología simplemente no “funcionó”. No se ajustaba a los hechos.
A través de su sufrimiento, la teología de Job comenzó a cambiar. Mientras que sus amigos mantenían expectativas en “blanco y negro” de cómo funcionaba el mundo, Job empezó a notar que (un sistema indiscutible) de recompensa y castigo no podía explicar el sufrimiento por lo cual élestaba pasando. Por ejemplo, Job notó que los ricos malvados prosperaron y murieron en paz:
“¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aun crecen en riquezas? Su descendencia se robustece a su vista, y sus renuevos están delante de sus ojos. Sus casas están a salvo de temor, ni viene azote de Dios sobre ellos…
Pasan sus días en prosperidad, y en paz descienden al Seol. Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros, porque no queremos el conocimiento de tus caminos. ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él?” (Job 21:7-9; 13-15, RVR1960).
Y Job se dio cuenta de que los pobres sufrían en las manos de los ricos malvados, no porque lo merecían:
“Hacen apartar del camino a los menesterosos, y todos los pobres de la tierra se esconden. He aquí, como asnos monteses en el desierto, salen a su obra madrugando para robar; el desierto es mantenimiento de sus hijos. En el campo siegan su pasto, y los impíos vendimian la viña ajena. Al desnudo hacen dormir sin ropa, sin tener cobertura contra el frío. Con las lluvias de los montes se mojan, y abrazan las peñas por falta de abrigo” (Job 24:4-8, RVR1960).
Eso no encajaba en una teología legalista de recompensa y castigo.
A través del sufrimiento, la teología de Job comenzó a desmoronarse y cambiar.
Más que eso, comenzó a notar, y a sentir empatía por otras personas inocentes que estaban sufriendo.
Él los vio.
Aparentemente, sus amigos no los vieron. De lo contrario, no habrían dicho cosas monumentalmente tontas como, “¿Qué inocente se ha perdido?”
El sufrimiento abrió los ojos de Job (solo un poquito) a lo que realmente estaba pasando en el mundo. Pero como Dios enfatizó después, ¡todavía tenía mucho que aprender!
Job era perfecto y recto. Pero eso no quiere decir que él lo sabía todo. Necesitaba crecer en su conocimiento de Dios y de la providencia de Dios. En parte, las cosas que aprendió Job las aprendió a través del sufrimiento.
¿Y en tu caso, el sufrimiento te ha abierto los ojos a Dios, al mundo, y a los prójimos que sufren a tu alrededor?
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Shawn Lazar es el Editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].