Hay dos temas en el Evangelio de Juan que pueden parecer contradictorios, pero que juntos enseñan una importante lección sobre la vida cristiana.
El primer tema es la divinidad de Cristo. El Evangelio comienza y termina con dos afirmaciones de que Jesús es Dios. Esas afirmaciones actúan como “sujetalibros” del Evangelio. El primer versículo dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1). Y casi al final del libro, leemos la exclamación de Tomás: “¡Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”. (Juan 20:28). En el evangelio hay otras afirmaciones que pretenden llevarte a esa conclusión, como que Jesús es la fuente de la creación (Juan 1:3), la vida eterna (Juan 1:4; 14:6) y el juez del cosmos (Juan 5:22). ¿A quién más describe eso sino a Dios?
El segundo tema es la incapacidad de Jesús de hacer algo por sí mismo. “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30). Sus palabras, sus obras y su voluntad dependían del Padre, que actuaba en Él y a través de Él (Juan 5:19; 7:16; 12:49; 14:10).
¿Son estos dos temas contradictorios?
Si Jesús era Dios, ¿no podía hacer nada?
La clave es recordar que el Hijo de Dios se hizo hombre. Un hombre de verdad. El Verbo de Dios fue hecho carne (Juan 1:14). Y en ese proceso, se humilló voluntariamente (Filipenses 2:7). Vivió como lo haría un verdadero hombre.
Por supuesto, Jesús realizó muchos actos milagrosos. Curó a los enfermos, calmó las tormentas y resucitó a los muertos. Pero Jesús no hizo esas cosas usando los poderes divinos que le pertenecían por naturaleza. No hizo esas obras usando sus propios poderes innatos como Hijo de Dios. Podría haberlo hecho. Pero no lo hizo. En lugar de eso, Jesús enseñó que dependía del poder del Padre para todo (Juan 14:10, 11, 20).
En otras palabras, Jesús vivió como la humanidad fue diseñada originalmente para vivir.
No fuiste creado con la intención de que vivieras independientemente de Dios. Por el contrario, fuiste creado para depender de Él para todo.
Se supone que una bombilla depende de la electricidad. Se supone que un motor depende del carburante. Y se supone que tú dependes del poder de Dios. Sin él, no puedes funcionar normalmente. Como escribió el comandante Ian Thomas, “Él nos diseñó de tal manera que la presencia del Creador dentro de la criatura es indispensable para nuestra humanidad” (The Indwelling Life of Christ1, 28).
Esto se convierte en un tema clave en la enseñanza del discipulado de Jesús en la última cena. Por eso prometió enviar al Espíritu Santo para que habitara en los discípulos. También ellos aprenderían a depender totalmente de Dios. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. ” (Juan 14:16-17).
Jesús es la imagen de la humanidad normal. ¿Eres tú también normal?
N. del T.
1 La Vida Interior de Cristo.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la