Debes crecer.
Eso es lo que Pablo les dijo a los efesios. Es decir, que no debían permanecer niños espirituales. La pregunta es, ¿cómo sucede ese crecimiento?
Como exploré en el último artículo (véase aquí) , Pablo afirmó que el crecimiento requiere equipamiento. Por ejemplo, para eso están los pastores-maestros, no para hacer todo el ministerio ellos mismos, sino para equipar a los santos para el ministerio (Efesios 4:12).
Pero para crecer, también se debe producir un cambio radical en tu mente. Mientras lees el siguiente pasaje, presta atención al énfasis de Pablo en el pensamiento:
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:17-24).
¿Cómo andaban los gentiles (es decir, vivían)? Andaban en ignorancia, un entendimiento oscurecido, y futilidad mental.
Su forma de pensar era totalmente incorrecta. Y dado que el pensamiento afecta nuestro modo de vivir, los gentiles andaban en la futilidad de sus mentes.
Anteriormente en el capítulo, Pablo les advirtió a los efesios acerca de permanecer espiritualmente infantiles. Una de las características de los niños jóvenes es su pensamiento infantil. Los cristianos también pueden ser infantiles en su forma de pensar, y eso no es algo bueno. Como Pablo les escribió a los corintios:
Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros (1 Corintios 14:20 LBLA).
Cuando se trata de mis hijos, los desafío constantemente a desarrollarse y madurar con respecto a la forma en que piensan sobre el mundo. Para dar solo un ejemplo simple, siempre les he enseñado a mis hijos que el personaje de Santa Claus está basado en en la figura histórica de San Nicolás, un obispo y teólogo del siglo IV que ayudó a definir el concepto de la Trinidad. Los hombres barbudos que vemos en las tiendas solo usan disfraces. Como mis hijos nunca han conocido nada diferente, no están “desilusionados.” En cambio, ¡se sienten desilusionados con sus amigos! A veces regresan a la casa con una mirada de sorpresa y disgusto y dicen algo como “José todavía cree en Santa Claus…¡y tiene nueve años!”
Pero los cristianos necesitan crecer también. Una vez tuve que explicarle a un joven bautista de poco más de treinta años que las personas no se convierten en ángeles después de que mueran.
También tuve dificultades en convencer a una mujer de poco más de veinte años de que no tenemos idea de si Jesús era un gran cantante, porque el musical Jesus Christ Superstar (Jesucristo Superestrella) es ficticio. ¡Ella no me creyó!
Ambos necesitaban madurar en su forma de pensar.
En cualquier caso, Pablo les instó a los efesios a despojarse del viejo hombre (v 22), y vestirse del nuevo hombre (v 24).
¿Y cómo se hace eso?
Mira el versículo 23–renovando tu mente.
A diferencia de los gentiles ignorantes, los efesios habían “aprendido” a Cristo, habían sido “por él enseñados,” y eso debería haber hecho toda la diferencia en el mundo porque “la verdad está en Jesús.” . La verdad acerca de Jesús debería haber renovado sus mentes para que vivieran de una manera diferente a como habían vivido antes.
Entonces, si quieres crecer, aprende la verdad acerca de Jesús. Enfócate en Él. Haz de Él el centro de tu vida. Y mientras esa verdad transforma tu mente, poco a poco, madurarás.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].