¿Cómo es la espiritualidad cristiana, en pocas palabras? Jesús dijo:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
Cada una de esas palabras nos da una idea importante.
“Si”.
Espera, ¿”Si”? ¿No debería Él haber dicho “cuando”? ¿”Cuando me ames”? ¿No es inevitable amar a Jesús?
Muchas iglesias enseñan que lo es. Dicen que toda persona verdaderamente nacida de nuevo tiene garantizado el crecimiento a la madurez espiritual. Es posible que tenga un desliz ocasional, pero no regularmente, y nunca por largos períodos de tiempo. Así que, si no estás creciendo consistentemente, ellos enseñan que debes dudar de tu salvación.
Eso es un error.
Jesús no asumió que estos discípulos siendo nacidos de nuevo lo amarían. Él no asume que tú lo harás, tampoco. Al decir “si”, mostró que no había garantía de que los discípulos vivirían como debían vivir. Aunque su destino eterno estaba garantizado, su crecimiento espiritual no lo estaba. Y tampoco lo está el tuyo.
“Si amáis”.
¿Cuál es la motivación central de la vida cristiana?
¿Cuál era la motivación central en tu tradición?
En algunas religiones, la motivación central es el miedo: “¡No hagas eso o arderás en el infierno!”. Otras motivan a su gente a través de la culpa: “¡Avergüénzate!” Algunas religiones se centran en la búsqueda del conocimiento; otras en la búsqueda de la felicidad, o del placer, o del poder. ¿Te resulta familiar? ¿Es ese el tipo de espiritualidad que te han enseñado?
En cambio, para Jesús, la motivación central es el amor.
Si creer es la única condición para nacer de nuevo, entonces amar es la gran condición para vivir esa vida de nuevo nacimiento.
“Si me amáis”.
Si echas un vistazo a los superventas sobre la vida cristiana encontrarás muchos consejos prácticos. Te dicen cómo orar, qué orar y cuándo orar. Te dan listas de reuniones y clases a las que asistir y te avergüenzan cuando no lo haces. Te retan a llamar a un cierto número de puertas o a testificar a un cierto número de personas cada semana. Y, por supuesto, está el diezmo y las ofrendas y la “culpabilidad” financiera. En este tipo de enseñanza, el enfoque de la vida cristiana es tu comportamiento y todas las cosas que se supone que debes hacer. En otras palabras, el enfoque no está centrado en Cristo, sino en uno mismo. Está basado en la ejecución, no en una Persona.
Pero Jesús no se centró en tu comportamiento sino en Él mismo. “Si me amas”. ¡A mí! Jesús es el centro de la vida cristiana. O debería serlo. Mientras tus ojos estén enfocados en otra cosa, en algo que tienes que hacer, te lo perderás. ¿Cómo somos transformados? Pablo lo dijo: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2ª de Corintios 3:18).
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”.
Sólo después de identificar la gran motivación y el enfoque de la vida cristiana, Jesús menciona los mandamientos.
¿Puedes adivinar por qué?
¿Cuáles son los mandamientos de Jesús? Si tuvieras que resumirlos en una palabra, ¿cuál sería?
Amor.
Los mandamientos de Jesús son amar a Dios y amar al prójimo. ¿Y a quién estás amando cuando amas a uno u otro? A Jesús.
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
En otras palabras, la clave de la vida cristiana cierra el círculo. Comienza amando a Jesús y termina amando a Jesús. Parafraseando al Señor, “Si me amas, ¡ámame!”.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].