Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. (Romanos 6:19).
Pablo utilizó la esclavitud para ilustrar la vida cristiana ya que los romanos la habrían entendido. Entre el 25 y el 40% de la población eran esclavos. Estaban rodeados de ello. Muchos de los creyentes en Roma eran probablemente esclavos.
La esclavitud era familiar, pero también era dolorosa. La vida del esclavo era cruel y deshumanizada. “La esclavitud, ya sea por decisión voluntaria o por conquista militar, era algo desdichado para quienes la habían experimentado, o habían tenido que enfrentarse a sus secuelas, como ciertamente lo habían hecho muchos en las casas e iglesias romanas” (Jewett, Romans, p. 419). Así que era una ilustración desdichada, y eso la limitaba como analogía de la vida cristiana. ¿Era la vida cristiana así, Pablo? No, ese no era su enfoque, así que Pablo admitió: “Hablo en términos humanos por la debilidad de vuestra carne”. Como dice Hodges, “Una descripción más abstracta —aunque fuera exacta— habría fracasado debido a sus limitaciones como seres humanos” (Hodges, Romans, p. 178).
Sin embargo, en lugar de retroceder en la ilustración de la esclavitud, ¡Pablo la forzó aún más! “Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia… así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia…”. En otras palabras, todos son esclavos de algo. La pregunta es: ¿a qué? ¿Estás sirviendo a la maldad o a la justicia?
No hay una tercera opción.
No hay área de neutralidad.
Los aristócratas de Roma se les habrían puesto los pelos te punta ante esa idea. “¿Yo? ¿Un esclavo? ¡Es ridículo!”. Y, sin embargo, era cierto.
Los romanos no idealizaban la esclavitud. Al contrario, aspiraban a la libertad, no a la esclavitud. Lo mismo ocurre con los estadounidenses. Como dice Newell, odiamos la idea de pensar en nosotros mismos como esclavos:
El hombre odia este hecho. Se jacta de su independencia, ya sea en el ámbito del intelecto —”¡pensamiento libre!”, en materia de riqueza privada —”¡independiente!” o en la forma de gobierno — “¡libre!” Pero todo es realmente un engaño (Newell, Romans, p. 241).
Sin embargo, Pablo insiste en la idea de que la libertad de la esclavitud no es una posibilidad real. En su experiencia, serás un esclavo de algo. Como cantaba Bob Dylan:
“Pero vas a tener que servir a alguien
Sí, vas a tener que servir a alguien
Bueno, puede ser el diablo
O puede ser el Señor
Pero vas a tener que servir a alguien”
Hay dos opciones.
Puedes usar las partes de tu cuerpo como esclavos del pecado, lo que producirá “iniquidad que lleva a más iniquidad“. Fitzmyer traduce esto como “iniquidad que llevaba a la anarquía”. ¿Y no es acaso esto profundamente irónico?
Recuerda que en el versículo 15, Pablo preguntó y respondió a la pregunta: ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?” La gente temía que estar bajo la gracia produciría anarquía. Pero lo cierto es lo contrario: estar bajo la ley lleva al pecado, ¡que lleva a la anarquía!
La otra opción —la opción dichosa— es presentar las propias partes del cuerpo como esclavas de la justicia “para la santidad”. Esta es la primera aparición de hagiasmos en Romanos, y Hodges argumenta que la palabra a menudo significaba la dedicación personal a una deidad. “El mundo grecorromano estaba familiarizado con el concepto de alguien que estaba permanentemente unido a un templo pagano como siervo del dios que era adorado allí” (Hodges, Romans, p. 179). Eaton tiene una interpretación similar, pero incluye en ella la idea de santidad personal:
No significa simplemente la condición de santidad, sino la consagración en crecimiento. El resultado de nuestra entrega de nuestros miembros y facultades a Dios será que nuestras vidas se centrarán cada vez más en Dios”. Te dedicas cada vez más a Dios, y eso te cambia. “Ponemos las partes de nuestro cuerpo a disposición como esclavos al servicio de la justicia. Y esto lleva a una creciente santificación (Eaton, Living Under Grace, p. 86).
Y aquí es donde la analogía de la esclavitud de Pablo se rompe. Mientras que la gente experimentaba la esclavitud romana como una esclavitud miserable (lo que también era cierto de la esclavitud al pecado), Pablo no quería sugerir que eso era cierto de la esclavitud a Cristo (o la justicia). Por el contrario, como explica Nygren, “hay una diferencia tan amplia como el cielo entre las dos formas de servicio de servidumbre de las que se habla. El servicio al pecado es una esclavitud real, y el servicio a la justicia es una libertad real” (Nygren, Romans, p. 257).
¿Quieres experimentar la verdadera libertad? Entonces preséntate como esclavo de Cristo.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].