En el sistema de sacrificios levíticos, el adorador ofrecería un cuerpo a Dios. El cuerpo de un animal. Bueyes, ovejas, cabras, corderos, y aves.
El adorador iría al tabernáculo, y más adelante, al templo, y presentaría el animal a los sacerdotes. El animal sería matado, cortado de la forma prescrita por Dios, y los sacerdotes ofrecerían las partes del cuerpo a Dios.
¿Sabías que algo similar ocurre en la santificación?
En el versículo 12, Pablo les instó a los Romanos a no dejar que el pecado reine en sus cuerpos mortales obedeciendo sus malos deseos. Era su responsabilidad luchar contra eso. Luego Pablo especificó la ubicación del campo de batalla:
No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia (Romanos 6:13).
Creo que “miembros” es una traducción arcaica. Cuando la gente oye la palabra “miembros,” piensa en un individuo que forma parte de una organización. Pero eso no es lo que quería decir Pablo o los traductores. Lo que quería decir es la definición menos común en inglés [N.T. o en español también] de “miembro” como “una parte del cuerpo u órgano.” La palabra griega melos significa “una parte del cuerpo humano, miembro, parte, extremidad,” o, literalmente, “de las partes del cuerpo humano” (BDAG, p. 628). Muchos comentaristas interpretan que Pablo está diciendo que debemos ofrecer todo nuestro ser a Dios. Aunque estoy de acuerdo en que deberíamos hacer eso, creo que eso oscurece el punto de Pablo. Como dice Jewett, melos se refiere “más específicamente a extremidades y órganos con los que los humanos llevan a cabo las tareas y entran en relaciones con otros” (Jewett, Romans (Romanos), p. 410). Pablo está hablando de las partes de tu cuerpo. Ahí es donde está la batalla.
Del mismo modo, creo que “instrumentos” tampoco logra transmitir el punto de Pablo. En el griego, la palabra hoplon es específicamente una herramienta de guerra, “un instrumento diseñado para prepararse para el combate militar, arma” (BDAG, p. 717). Los que conocen un poco la historia reconocerán una palabra afín para los soldados ciudadanos de Grecia, es decir, los hoplites. Las partes de tu cuerpo son herramientas de guerra. Pero, ¿de qué lado están luchando?
Recuerda que Pablo está describiendo la santificación como una batalla espiritual. El pecado no es solo un descuido en la ética, sino un poder malvado dispuesto a dominarte y esclavizarte. Como escribe Anders Nygren, “Para él, el pecado no es básicamente un conjunto de errores morales separados; más bien, el pecado es un poder bajo cuya esclavitud vive el hombre. Es con el propósito de designar a este personaje del Pecado como un poder hostil que escribimos con mayúscula la palabra” (Nygren, Romans (Romanos), p. 242). Estabas bajo la esclavitud, pero ya no. Ahora eres libre. Sin embargo, la batalla por el dominio continúa, y Pablo te está llamando a seguir luchando.
¿Y dónde ocurre esa batalla?
En tu cuerpo.
Miembro por miembro.
Entonces estoy de acuerdo con Jewett cuando concluye, “Por lo tanto, es probable que Pablo tenga en mente partes reales del cuerpo que pueden servir de “instrumentos de maldad al pecar” (Jewett, Romanos (Romans), p. 410).
Para comprender mejor el punto de Pablo, considera esta traducción:
No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como armas de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como vivos, quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como armas de justicia para Dios (Romanos 6:13).
En el Nuevo Testamento el creyente se presenta a sí mismo como un vivo de entre los muertos, y ofrece cada parte de su cuerpo mortal como un arma para ser usado por Dios. “El que no es conmigo, contra mí es” se aplica a tus ojos y lengua y manos (Mateo 12:30a).
¿Alguna vez has pensado en la santificación en términos de entregar las partes de tu cuerpo a Dios? Sé que suena extraño, pero como notó Michael Eaton:
A Pablo le encantaba entregar conscientemente su cuerpo a Dios. Cuando estaba en la cárcel, dijo, “ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo” (Flp 1:20). Su cuerpo debe haber estado recibiendo un trato bastante duro en ese momento. Pero estaba alegre de tener su propio cuerpo a disposición de Dios. Les dijo a los corintios, “glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Cor 6:20) (Eaton, Living Under Grace [Viviendo bajo la gracia], p. 69).
Así que, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo presentar las partes de tu cuerpo a Dios?
No puedes llevarlas literalmente a un lugar físico como el templo. Entonces, ¿cómo lo haces?
La palabra es paristēmi. Para este versículo, el BDAG prefiere el significado de “poner a disposición de alguien” (BDAG, p. 778). Pero ¿cómo le entregas las partes de tu cuerpo a Dios?
Hodges lo traduce como una “dedicación,” pero eso plantea el mismo problema. ¿Cómo? ¿En qué sentido?
Quizás la mejor manera de comprender paristēmi está en la traducción de ceder a Dios ofrecida por Jewett y la versión King James en inglés. En otras palabras, el ofrecimiento de las partes de tu cuerpo a Dios sucede a nivel de tu mente. Pones conscientemente las partes de tu cuerpo a disposición de Dios, eligiendo consagrarlas a Su servicio. (Véase Romanos 8 sobre la vida guiada por el Espíritu).
¿Usabas las manos para robar bolsillos? Entonces ponlas a disposición de Dios para hacer un trabajo honesto (Ef 4:28), y para alimentar y vestir a los pobres (Pr. 19:17).
¿Usabas la lengua para difamar y contar bromas sucias? Entonces entrégala a Dios para dar las gracias (Ef 5:4; Sant 3:6) y alentar a los demás (1 Tes 5:11).
¿Tus pies “corren a derramar sangre”? ¿Por qué no usarlos para compartir las buenas nuevas (Pr 1:16; Is 52:7; Rom 10:15)?
Miembro por miembro, el pecado intentará dominar tu cuerpo. Pero en esta batalla espiritual contra el dominio del pecado, mientras cedes las partes de tu cuerpo a Dios, puedes “ganar por una cabeza”.
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Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].