Los científicos están descubriendo constantemente nuevas maneras en que las cosas que de otro modo serían beneficiosas pueden matarte.
“Durante mucho tiempo se ha pensado que ciertas comidas y vitaminas mejoran la salud,” escribe Leslie Gorstein, “pero los estudios recientes han encontrado que algunas de estas comidas en realidad pueden hacer más daño que bien” (véase aquí).
¿A ti te gustan las zanahorias? Si eres fumador, ¡cuidado! Demasiado betacaroteno puede aumentar tu probabilidad de contraer cáncer de pulmón.
¿Tomas vitamina E? Apoya la salud de los ojos y la piel, pero si se toma demasiada puede aumentar tu riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
¿Y a qué persona del sur de los EE. UU. no le gusta el té helado? ¡Atención! Contiene oxalato, que puede dañar los riñones. Como reporta Gorstein, un hombre bebió un galón de té helado cada día, lo que le provocó insuficiencia renal.
Algo similar sucedió con la ley. Pablo dijo que en su experiencia, el mandamiento traía muerte en lugar de vida (Romanos 7:10-11). Pero, ¿cómo se reflejó eso en la bondad de la ley?
Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso (Romanos 7:13).
Creo que la Revised English Bible [Biblia Revisada en Inglés] lo hace más claro:
¿Hemos de decir por lo tanto que esta cosa buena provocó mi muerte? ¡Claro que no! Era el pecado que me mató y así expuso su verdadero carácter: usó algo bueno para provocar mi muerte, y así, a través del mandamiento, el pecado se volvió más pecaminoso que nunca (Rom 7:13 REB).
Aquí Pablo plantea otra pregunta retórica: ¿Es la ley la culpable de tu muerte?
La respuesta es no.
¿Quién, entonces, tiene la culpa? Pablo tiene una contrapropuesta. El verdadero culpable es el pecado. “No es propiamente la ley que mata; porque si no existiera el pecado, la ley no sería un poder destructivo para mí. Es más bien el pecado, entonces, lo que resultó ser muerte para mí” (Nygren, Romans [Romanos], p. 282). Sí, el mandamiento trajo la muerte, pero solo porque el pecado lo utilizó con ese mal propósito. ¿Eso hace que la ley sea mala? No, todavía es buena.
Y el hecho de que el pecado usa la ley con propósitos tan malos te revela algo más sobre el pecado.
Recordarás que Pablo dijo que uno de los propósitos de la ley es mostrarte cuáles de tus acciones son pecaminosas, y así revelarte tu pecaminosidad. Como lo experimentó Pablo, “Tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7).
Entonces la ley revela algo sobre ti, pero también muestra algo sobre el pecado mismo. Ya es bastante terrible que el pecado se rebele contra el mandamiento de Dios. Pero aún más insidiosa es la forma en que el pecado toma las cosas buenas y las transforma en algo malo. Como nota William Barclay,
Lo terrible del pecado se muestra por el hecho de que puede tomar algo bueno y convertirlo en un arma del mal. Eso es lo que hace el pecado. Puede tomar la belleza del amor y convertirla en lujuria. Puede tomar el honorable deseo de independencia y convertirlo en una obsesión por el dinero y el poder. Puede tomar la hermosura de la amistad y usarla como una seducción hacia las cosas equivocadas. Eso es lo que Carlyle llamaba “la condenabilidad infinita del pecado.” El mismo hecho de que tomó la ley y la convirtió en un punto de apoyo para el pecado muestra la pecaminosidad suprema del pecado (Barclay, Romans (Romanos), p. 97).
Entonces, ¿qué hay que hacer?
En lo que respecta a las vitaminas y las comidas, la forma de aprovechar sus beneficios para la salud y evitar sus efectos mortales es tomarlas en moderación. Disfruta tus zanahorias y tu vaso de té helado, pero no los conviertes en todo lo que comes y bebes.
Pero, ¿se puede aplicar esa misma estrategia a la ley? ¿Puede el legalismo en moderación ayudarte a crecer espiritualmente? ¿Es el uso equilibrado de la ley la solución para evitar sus efectos mortales?
¡No!
El pecado puede usar cualquier parte de la ley para traer la muerte, no importa cuán pequeña sea. Todo lo que se requirió fue una ley—contra la codicia—para matar a Pablo (Romanos 7:7, 11). Y lo único que se necesita es una ley añadida a la fe para convertir el evangelio en un “otro ” evangelio maldito (cf. Gal 1,6-8; 2,11-14; 5,1-3).
Si bien la ley no puede darte vida, pronto Pablo explicará qué es lo que puede hacerlo. Por ahora, ten esto en cuenta: mientras que la ley es buena, el pecado es mejor al usar cosas buenas para propósitos siniestros.
___
Shawn Lazar es el editor de la revista Gracia en el Enfoque, y es el Director de Publicaciones para la Sociedad Evangélica de la Gracia (Grace Evangelical Society). Él y su esposa Abby tienen tres niños. Es pastor bautista ordenado. Tiene el Bachillerato en Teología de la McGill University y Maestría de la Free University of Amsterdam. Ha escrito dos libros: Beyond Doubt: How to Be Sure of Your Salvation [Más allá de la duda: cómo estar seguro de su salvación] y Chosen to Serve: Why Divine Election Is to Service, Not to Eternal Life [Elegido para servir: por qué la elección divina es al servicio, no a la salvación eterna].